Hacia una educación pública con mayor diversidad de modelos de enseñanza

February 22, 2024

Dra. Gloria Bonilla Santiago

Board of Governors Distinguished Service Professor

Rutgers, The State University of New Jersey

Creadora y fundadora del modelo de escuelas alianza LEAP

El debate surgido sobre el crecimiento de las escuelas alianza en Puerto Rico demuestra tres hechos seguros. Diversos sectores de nuestra sociedad estamos sumamente preocupados por el estado de la educación pública del país. Por otro lado, cada vez son más los puertorriqueños que quieren buenas escuelas públicas para sus hijos y exigen acceso a una educación de calidad. Por último, no se puede transformar nuestra educación haciendo más de lo mismo y frenando el avance hacia un sistema con mayor diversidad de modelos educativos que atiendan las necesidades particulares de los estudiantes, especialmente de aquellos que provienen de entornos desfavorecidos y que poseen mayores brechas académicas.

En la discusión pública sobre las escuelas alianza se nos ha querido responsabilizar por el funcionamiento de las escuelas tradicionales; se nos ha señalado por las ventajas que la Ley 85 le provee a nuestros modelos educativos, cuando esa debería ser la aspiración para todas las escuelas tradicionales y, se ha pretendido arrojar sombras sobre nuestras escuelas al insistir en que no somos fiscalizadas por el Estado. Ciertamente, nuestras escuelas operan con mayor flexibilidad académica y fiscal, con su propia política de reclutamiento y disciplinaria, así como con un modelo de gobernanza autónoma. A cambio están sujetas a un estándar de rendición de cuentas más alto que el de las escuelas públicas tradicionales. Las escuelas alianza son monitoreados académica, operativa y fiscalmente por los Departamentos de Educación estatal y federal, la Junta de Supervisión Fiscal, las respectivas juntas de gobierno de las organizaciones que las impulsan y, nuestra mayor rendición de cuentas es ante los padres que depositan su confianza en nuestro proyecto.

Asimismo, se nos ha tildado de arrebatarle el presupuesto a las escuelas tradicionales. Nada más lejos de la verdad. El financiamiento de las escuelas alianza difiere dramáticamente en comparación con el resto de las escuelas públicas. Mientras las escuelas convencionales reciben entre $9,000 a $10,000 por alumno, nuestras escuelas solo reciben un promedio de $3,000 a $4,000 por estudiante. Nuestras escuelas, la mayoría, no reciben fondos para cubrir el costo de las instalaciones o terrenos en que están enclavadas, así como para el pago de utilidades. A nuestras organizaciones nos toca luchar para recaudar fondos privados y allegar fondos federales adicionales para cubrir la brecha de financiación necesaria para satisfacer las necesidades de nuestros estudiantes. Tampoco estamos exentos del cumplimiento de la política pública de aprovechamiento académico. De hecho, nuestras métricas de operación están fuertemente ligadas al resultado de nuestros estudiantes en las pruebas estandarizadas, pues es una exigencia demostrar crecimiento en estas para lograr la renovación de nuestras Cartas Constitutivas. Esa es nuestra realidad.

Les aseguro que las escuelas alianza no han venido a destruir la educación pública. Al contrario, son un esfuerzo que busca añadir alternativas educativas en un sistema educativo que, todos coincidimos, está colapsado. Es tiempo de que todos, los que reconocemos la urgencia de cambios educativos en profundidad, busquemos sumar y no restar. Este es un momento crucial para Puerto Rico en el que muchas influencias convergen y todos vamos en la misma dirección: acelerar una transformación positiva para el sistema educativo público de modo que los estudiantes a los que servimos tengan la oportunidad de recibir una educación de excelencia centrada en el desarrollo de sus capacidades y habilidades académicas, así como la construcción de un escenario escolar capaz de ser motor de cambio para nuestra sociedad.